Con el aumento de las temperaturas y la exposición prolongada al sol, la piel se convierte en una de las principales afectadas por las altas temperaturas, la radiación solar y la mayor pérdida de agua corporal, estos factores pueden desencadenar resequedad, enrojecimiento, irritación e incluso envejecimiento prematuro si no se toman medidas adecuadas.
Aquí te recomendamos hábitos sencillos y eficaces para proteger la piel durante la temporada más calurosa del año:
1. Hidratación
El primer paso para combatir la deshidratación de la piel es mantener una correcta ingesta de líquidos, se sugieren beber entre 2 y 2.5 litros de agua por día, especialmente si se practica actividad física o se permanece expuesto al sol.
2. Cremas livianas y efectivas
Se recomienda utilizar cremas o geles hidratantes con texturas ligeras, que permitan una rápida absorción sin dejar sensación grasosa. Ingredientes como el ácido hialurónico, la glicerina y el aloe vera son altamente eficaces para retener la humedad en la piel.
3. Duchas cortas y con agua templada
Las duchas muy calientes, aunque reconfortantes, eliminan los aceites naturales de la piel y favorecen la resequedad. Por ello, se sugiere optar por baños breves con agua fresca y evitar frotar la piel con fuerza al secarse.
4. Protección solar todo el día
El uso diario de protector solar es fundamental, incluso en días nublados o en interiores con exposición a la luz natural. Se aconseja aplicar un protector con FPS 30 o superior al menos 30 minutos antes de la exposición solar, y reaplicarlo cada dos horas o después de nadar o sudar.
5. Cuidado con el aire acondicionado
Ambientes climatizados, aunque necesarios en jornadas calurosas, pueden resecar la piel. Para contrarrestar este efecto, se puede recurrir al uso de humidificadores o colocar recipientes con agua cerca de los sistemas de ventilación.
6. Evitar productos agresivos
Los jabones con alcohol, fragancias fuertes o componentes abrasivos pueden causar irritación y sequedad en pieles sensibles. Lo más adecuado es optar por limpiadores suaves, sin sulfatos ni perfumes, que respeten el pH natural de la piel.
Mantener la piel hidratada durante los meses de calor no es solo una cuestión estética, sino también de salud, con pequeños cambios en la rutina diaria, es posible proteger la piel de los efectos nocivos del clima y conservar su vitalidad y elasticidad.